Posada Paraíso Azul

Destacan su bonita decoración y su personal. El equipo dirigido por Amelio: Gabriel y Ana (cocina), Anabel (mucama, mesonera y demás) y el joven Robert (suerte de botones al estilo Los Roques) te hacen sentir muy bien atendido en todo momento. La cocina es creativa y de porciones abundantes, tomando en cuenta las limitaciones en la oferta de productos en el Gran Roque. Solo pediría que se esforzaron un poco más en los lunch box que preparan para la playa (aunque agradecimos mucho que incluyeran fruta fresca, las opciones de comida principal no son las mejores para ser conservadas en una cava con hielo y ser ingeridas horas después de su elaboración) Las habitaciones, correctas. Limpias. Lencería en buen estado. Aire acondicionado funcional. Un poco rígidos los colchones. En la habitación Nro 5, que está al fondo del pasillo, se escucha ruido desde las casas vecinas (si es de sueño ligero procure habitaciones internas) No hay agua caliente (aunque es usual en Los Roques, existen posadas que si lo ofrecen. Así que si para Usted es un punto de honor, siga buscando) No tienen licencia para expendio de alcohol, aunque usted puede llevar sus bebidas desde tierra firme o comprarlas en el pueblo (oferta muy limitada) No cuentan con cafetera expresso, aunque un termo con «guayoyo» (americano) está siempre disponible en el pantry. Ubicación muy conveniente, a escasos metros del «aeropuerto», el muelle (donde se toman las lanchas para los cayos) y la plaza central. Importante: tienen planta eléctrica. Así que no se verá afectado por las usuales interrupciones del servicio eléctrico. En conclusión, la posada no defraudó para nada y pasamos unos días increíbles en este paraíso tropical.